viernes, 26 de julio de 2013

Llámame siempre que puedas.(2)

Esos ojos que tantas horas llevaba mirando. Era un hombre llamado David.
Hace 1 año, mientras estaba con unos amigos, se encontró con esos ojos negros apenados mirando el lago. Le pareció la mujer más bonita que jamás haya podido ver. Por ese motivo, el siguió yendo cada día, hasta hoy. Nunca se acercó a ella, no tuvo el valor suficiente, pero una cosa tenía muy clara, de hoy no pasaba. Le había cautivado ese cabello largo de color castaño, sus rizos, su sonrisa al mirar el animal. El creía que era tan dulce que imaginó morir.

Irene, por otro lado, cuando acabó de echar migas de pan. Sé giró para ver donde estaba situado su querido perro Terry y se acercó a el. Después de estar más de 10 minutos acariciándolo y murmurándole cosas cariñosas, le dijo cerca del oído:
- Terry cariño, ¿nos vamos a casa?- El perro que enseguida entendió esas palabras, se puso a ladrar como un loco. Irene se carcajeó al ver la energía de su mascota y continuó.-Tranquilo cielo. Vamos hacer una cosa, te voy a poner la correa y vamos a dar un paseo por ese hermoso parque, y ya nos vamos a casa ¿de acuerdo?- El animal sin pensárselo dos veces, sacó su lengua y la paso por la cara de ella.- Terry no, para, que me haces cosquillas.
A continuación, se dirigían los dos dando un paseo, mientras ella admirada miraba para todos lados, como si se le fuera a perder la vida por aquellas vistas que les proporcionaba el parque.
"Es maravilloso.-pensó.- Así es como siempre he soñado mi jardín, tan natural, tan....
pero una voz le interrumpió de sus pensamientos.
-Hola- Dijo David intentando su propósito. A estas alturas, le daba igual si le rechazaba o no. Llevaba mucho tiempo esperando este momento.
-Hola - Murmuró ella tímidamente, pero continuó.- ¿Nos conocemos?
Sé la quedo mirando poco tiempo, pero que a Irene le pareció una eternidad. Mientras el la observaba pensaba sin quitarle el ojo de encima.
"Ojala y te conociera. Que fuésemos solo amigos aunque me tengas embrujado" 
Pero al ver la cara de ella desesperada, se le comió la lengua el gato. Ya no sabía que contestar, pero lo que tenía claro es que no había vuelta atrás. Ya le había dirigido la palabra que era lo más difícil que el pudo imaginar y sin saber muy bien que respondió dijo sin pensárselo dos veces.
-No, no nos conocemos. Me llamo David.
- ah.- Sé quedó sin palabras, no sabía que manifestar, pero intentando ser agradable siguió hablando.- Yo me llamo Irene y esta preciosidad que va conmigo se llama Terry. Encantada de conocerte.
David, se quedó fascinado al ver como ella había sido amable con el, pensaba que si antes lo tenía hechizado con sus miradas, ahora definitivamente, estaba mucho más allá de lo que había sentido la primera vez que la vió.
-Yo también estoy encantado de conocerte Irene. ¿Os apetece a ti y a Terry que os acompañe a pasear?. Me encantaría conocerte y hablar contigo.
Irene aceptó encantada. Después de aquel día en que los dos estuvieron charlando sobre ellos mismos conociéndose, pasaron a demás días, donde seguían juntos paseando.
A Irene le encantaba la compañía de el. Desde que apareció en su vida aquella tarde, poco a poco se iba enamorando. Cosa que le daba miedo por lo que había ocurrido en su pasado. Ella nunca se le ocurrió decir que le fascinaba su compañía y ni mucho menos comentarle que sentía amor por el conforme pasaba el tiempo.
A David en cambió, se enamoró el primer día que cruzo palabra con ella. Le encantaba su timidez, su voz musical y femenina, su manera de mover los ojos cuando algo no le parecía correcto, su modo de acariciar al perro mientras charlaba con el e incluso la forma que tenía de tratar a su animal. David, tenía los mismos pensamientos de ella. Sabía que aunque estaba totalmente cegado por esa mujer, nunca podrían ser algo más que simples compañeros de paseo por aquel maravilloso parque. Su vida, tenía demasiados secretos. Misterios que no eran nada agradables, y el mismo sufría por eso. Miles de veces tumbado en su habitación después de muchas horas de estar con ella pensaba que no era buena idea seguir yendo con ella a caminar, sabía que le destrozaría cuando se enterase de su secreto, pero había una fuerza que ni el mismo entendía que hacía que por la tarde volviese a verla.
Una de esas tardes en las que hablaban, Irene noto algo raro en David. No le notaba alegre como era el siempre gastando bromas, solo hacia nada más que asentir y armándose de valor porque estaba muy preocupada por el le preguntó:
-David, ¿Te pasa algo?. Te noto distraído. Siento como que hoy mi compañía no es lo que más te apetezca.-David, la miró, entendía lo que le estaba preguntando en ese momento, pero no se armó de valentía para decirle lo que llevaba toda la tarde intentando explicarle. Ella al ver que no contestaba, le volvió a preguntar.- Sé que a lo mejor, no me lo quieres contar porque no me conoces suficiente, solo desde hace un par de meses más o menos. Pero, me preocupo por ti, porque te has vuelto una persona muy importante para mi y sobretodo un gran amigo, así que será la última vez que te lo pregunte, ¿Que te pasa?.
David, ya no podía aguantar más, sabía que le estaba haciendo sufrir sin hablar, por eso y para que ella entendiera lo que le pasaba aunque no sabría si iban a continuar estos paseos le dijo:
-Tengo que hablar contigo, y cuando te lo cuente, entenderé perfectamente que no quieras saber nada de mi.




Continuará.....


Yellow Smile.

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